LÁGRIMAS DE ORO
Una noche Jesús meditabundo,
con sus ojos tan grandes y tan tristes,
entre las sombras contemplaba el mundo.
La oscuridad en torno se extendía
como una mancha de carbón y el cielo
un inmenso sudario parecía...
Y al contemplar la ingratitud humana
más negra que la noche más oscura
que la tiniebla espesa,
suspiró con dolor, con amargura,
inclinó sobre el pecho la cabeza
y lloró...lloró mucho...
Lentamente
Jesús abrió los ojos,
esos ojos tan grandes y tan tristes;
que parecían llorar eternamente;
más, al mirar la bóveda sombría
semejante a un oscuro terciopelo,
se secaron sus lágrimas...había
un reguero de estrellas en el cielo.
RICARDO NIETO (COLOMBIANO)
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